martes, 7 de diciembre de 2010

REFERENCIA

Mi nombre es Alejandra Gómez estudio Ingeniería Civil en UNITEC, el siguiente blog se hizo con la necesidad de dar a conocer las pastorelas de José Trinidad Reyes.
Clase Apreciación Literaria. Lic. Aura Matute.

domingo, 5 de diciembre de 2010

UNITEC

CLASE DE APRECIACIÓN LITERARIA
AÑO 2010
LIC. AURA MATUTE
A.A.G.O

Olimpia

OLIMPIA
 Rubenia y Olimpia.(1916)
Pastorela, en cuarto actos, del Pbro.
Doctor José Trinidad Reyes
Comparada con el original en borrador, de letra del Padre Reyes, que paraba en poder de la señorita Concepción Vega, por el Dr, Rómulo E. Durón.
PERSONAJES
La pastora Olimpia, La pastora Zefalia
La pastora Serafila , La pastora Débora
La pastora Isbela, El pastor Nicodemo
La pastora Rutilia, El pastor Absalón
ACTO PRIMERO
El escenario representará un bosque: en el centro un árbol.
ESCENA I
NICODEMO Y ABSALON, A LA SOMBRA DEL ARBOL: SEFALIA APROXIMANDOSE A ELLOS CON UN CESTO QUE CONTIENE LAS VIANDAS QUE IRA SACANDO SEGÚN LO INDICA EL DIALOGO.
Nicodemo Mucho has tardado en esta vez, Zefalia,
Cuando el trabajo ha sido tan intenso;
No has hecho maldecir hoy el ganado
Votar y renegar más que un arriero.
Absalón Ciertamente, Zefalia, que así ha sido;
Nunca he visto tan brava a Nicodemo,
Porque parece que el infierno todo
Se metió entre las cabras y carneros:
Unas se desperdigan, otras corren
Entre los enmaraños de estos cerros,
Dejando en los espinos los vellones,
Y enredándose algunas por los cuernos,
Como el que a Isaac libró cuando su padre
Le iba a sacrificar sobre unos leños.
Nicodemo Y no es eso lo peor, sino que un lobo,
Tamaño como un león, y muy hambriento,
Más porfiado y tenaz que un estudiantes,
Nos puso en gran conflicto los corderos;
Dos de ellos les arrancamos de las garras,
Gracias a ser valientes nuestros perros,
Y después de correr y gritar tanto
Estamos de hambre y de cansancio muertos.
Zefalia Teneis mucha razón: mas ya el ganado
Pace en el llano, sosegado y quieto;
Y vosotros estais ya descansando
Sobre la verde grama; y el almuerzo
Viene a hacer que olvidéis esas fatigas,
Aunque hubieran durado por más tiempo.
Absalón Dices muy bien, Zefalia; ¿Y qué trajiistes?
¿llenastes bien de provisión el cesto?
Zefalia No quedareis con hambre, aunque ayunando
Os hubierais pasado el año entero.
Nicodemo Eso Absalón, me alegra, y de ese modo
Cualquiera puede trabajar contento;
Pero mucho trabajo y pan escaso,
¿habrá a quien acomode? No lo creo.
¿Por qué no paran criados o sirvientes
En las casas de muchos opulentes?
Porque allí se revientan trabajando,
Se dejan pocas horas para el sueño,
Y la pitanza va tan limitada
Que pone flaco al más robusto cuerpo.
Zefalia Pues vossotrso,pastores, en mi casa
Teneis con abundancia el alimento,
Dormis desde que brillan las estrellas,
Os divertís, si os place en cualquier tiempo,
Tocais vuestra zampoña o vuestra flauta,
Sin que ninguno os mande hacer silencio;
Y todas vuestras faenas se reducen
A ordenar el ganado, hace el queso,
Conducir los rebaños a los pastos
Y poner gran cuidado en defenderlos;
Y otras cosas así, que son tan suaves
Que os sirven muchas veces de recreo.
Absalón Cuanto dices es cierto, y por lo mismo,
Aun cuando no mediara el parentesco,
Contigo estoy contento y pienso estarlo
Hasta ser conducido sin engaño,
Que de este modo piensa Nicodemo;
Pero vamos comiendo que ya es tarde,
Y ya el rebaño puede andar disperso.
Nicodemo Y no es eso lo peor sino que el hambre
Me está haciendo sentir todo su efecto,
Siéntate aquí, Zefalia, y ve sacando
Lo que para este mal es el remedio,
Y almuerza tú también, que ya es la hora
En que sueles tomar el alimento.
Zefalia (sentándose) Asi pensaba hacerlo, pues me agrada
Comer con mis alegres compañeros;
Y no diras que os menguo las raciones.
Pues las traje dobladas al intento.
(Isbela canta a lo lejos: )
Laboriosa es la vida
De los pastores,
Que tras de las ovejas
Saltan y correan:
Mas la prefiero
A la altivas reinas
Que empuñan cetro.
Nicomedo Mas allá oigo una voz y es la de Isbela
Que andará sin comer, pues un carnero
Supe que se le huyo de la manada,
Y a buscarlo salió con el lucero:
Si os parece esperemos que aqui llegue
Y en la mesa un asiento le daremos.
Absalón ¡Basta que tú lo quieras! Así sea:
Que la barriga aguante otros momentos.
Nicodemo Pero mientras que llega bueno fuese
Echar un trago y calentar el pecho.
Absalón Ese es un gran recurso, amigo mío,
Que no me habia ocurrido al pensamiento;
Venga la bota, que también el vino
Matar el hambre sabe muy a tiempo.
(Isbela adentro canta: )
Laboriosa en la vida
De los pastores.
Que tras de las ovejas
Saltan y corren;
Mas la prefiero
A la de altivas reinas
Que empuñan cetro.
Nicodemo  Vaya este trago por la simple Isbela
Que le gusta correr tras los carneros.
Absalón El hambre la hace cantar como a las aves;
Tal vez no atienda a lo que expresa el verso.
Zefalia  Te engañas, Absalón; Y acaso ignoras
Que Isbela es una moza de talento?
Entiende bien lo que habla, y aunque vive
Metida entre las cabras y becerros,
Sabe mucho de historia, lee y escribe
Que a todo le enseñaron sus abuelos.
Si  le hablas de la Biblia, te sorpende,
Pues la sabe mejor que un fariseo.
Absalón Siendo esto asi merece tener parte
Y aun mejor lugar en el almuerzo;
Y si marido quiere, yo aseguro
Que lo tendrá excelente en Nicodemo,
Y harán buena pareja, pues es mozo
Que nadie le va en zaga en ese muy leído.
Nicodemo Aunque supiera tanto, como dices,
Ni ella querra casarse ni yo quiero;
Contento vivo, solo y descuidado,
Sin que el sueño me quiten los chicuelos;
No he de ser solterón porque conoces
Que ningun hombre honrado debe serlo;
Pero doblese esta hoja, que ya Isbela
Esta para llegar, y ha de haber tiempo
Para que hablemos de esto, pues es cosa
Que merece atención el casamiento.
Zefalia ¡Y bien que lo merece! Pues si es fuerza
Que se cumpla de Dios el mandamiento
Pues no piensan asi las de tu sexo;
“Venga el marido” –dicen- “que si es malo
Asi que convendrá; ye el se hara bueno”
Mas va a llegar Isbela; ya muy cerca
Se oyen de sus canciones los acentos.
ESCENA II
LOS DICHOS,ISBELA ACERCANDOSE AL FORO: CANTA:
Después de sus trabajos
 el pastor deja,
al reposo del sueño
feliz se entrega,
que en las sorbebias cortes
los pechos turban.
Absalón Y es cierto que la voz de esa muchacha
Me agrada como el canto de un jilguero.
Isbela (entrando) ¡Oh,mi amiga Zefalia! Felizmente
Te encuentro  aquí con estos compañeros;
Y ya lo presumía, pues he visto
Tus lucidos rebaños que paciendo
Están allí en el llano todos juntos,
Teniendo en centinela vuestros perros;
Y descansar deseaba entre vosotros,
Pues hoy más he andado que un correo.
Zefalia  Y yo advertí también que tú llegabas,
Al escuchar tu canto, allá de lejos,
Porque tuve noticia que saliste
Desde el amanecer tras un carnero
Y siendo ya tan tarde, bien supongo
Que tu cansancio debe ser extremo.
Siéntate, pues, Isbela, que es preciso
Que antes de continuar tomes aliento.
Nicodemo Se bien llegada, Isbela; gran fortuna
Para nosotros es que nos juntemos:
Después de trabajar y fatigarnos,
En conversar se encuentra algun recreo.
Absalón Ibamos a comer; más dispusimos
Esperar tu llegada, porque creemos
Que andaras en ayunas.
Isbela No te engañas.
Pues no traté ni de encender el fuego;
Solo pensaba hallar la res perdida,
Sin acordarme mas del alimento,
Pues perder un tesoro de gran precio.
Nicodemo Eso es así, más si la esposa fueras,
La cuñada o la suegra, cuando menos,
De cualquier mandarín o traficante,
Aunque perdiéramos el rebaño entero,
Por nada madrugaras ni corrieras,
Pues sacaras tus pérdidas del pueblo.
Absalón De eso no hay duda; pero ya es forzoso
Cortar discursos, y que tome asiento
La nueva compañera, pues no es justo
Tenerla entretenida tanto tiempo;
Siéntate tú, Zefalia, y que ella elija
El lugar que le agrade.
Isbela Desde luego,
Aquí junto a mi amiga me coloco,
Adviertiendole que no uso cumplimientos.
Nicodemo Eso es mejor que tantas musarañas,
Tantos melindres, tantos embelecos
Que usan en las ciudades las muchachas,
Queriendo que las rueguen los mancebos.
Manos a la obra, pues, y doy principio
Brindando a Isbela este pernil de puerco.
Zefalia Y para acompañarlo cual se debe,
Pongo junto a su plato pan muy fresco.

falten,
                               Sin tomar empeño alguno
                               Porque allí escuelas se instalen,
                               Donde se enseñe a los niños
                               El a,b,c, ciencias y artes.
Zafalia                 dejemos las digresiones,
                               Y sigamos nuestro baile;
                               Nicodemo tocará
                               La flauta o lo que le agrade,
                               O la pastora que quiera
                               Y qué Serafila dance.
Nicodemo          toma el instrumento Isbela,
                               Que voy en un instante
                               A ver que se ha hecho Absalón,
                               Que para que llegue es tarde.
Isbela                   Dile que ya está la cena,
                              











Bibliografía

    ·        Argueta, M.(1993). Diccionario de obras literarias hondureñas. Tegucigalpa: Guaymuras.

  •     González, J.(1987). Diccionario de escritores hondureños, Tegucigalpa: Unidos, .pp82.
  •     Rivera H. José Trinidad Reyes Sevilla. Tegucigalpa: Universitario.
  •     Rubenia y Olimpia.(1916)  Biblioteca Básica de Cultura Hondureña, Tegucigalpa, pp 9-214
  •         Secretaria de cultura y artes,Tegucigalpa hinduras noviembre 1996.
  •        (2008) Paradigma , revista de investigación educativa, No. 9 pp77-78
  •        Villars, R. (2001). Para las casas más que para el mundo sufragismo y femenismo               en la historia de honduras. Tegucigalpa: Guaymuras.


IDEAS DE SOFÍA SEYERS

Ideas de Sofía Seyers
José trinidad reyes

Yo, débil mujer me atrevo a levantar la voz reclamando los derechos de mi sexo, en medio de un pueblo que apenas lo conoce: yo, sin misión expresa de mis compañeras, hablo en su favor a una sociedad que se cree iluminada con los resplandores del siglo XIX, y que no va a retaguardia en la marcha de la civilización y del progreso, pero que, en orden a nosotras, no tiene ideas que vayan en consonancia con sus adelantos.

No pido tanto como las mujeres parisenses; no me quejo que el siglo de las democracias se tolere y se sostenga la aristocracia varonil, ni de que, abolida la esclavitud esa aberración tan depresiva de la especie humana, no se haya también emancipado la mujer; quedando ella sola esclava en un medio de tanta libertad; ni tampoco haga reparar que el principio, tan decantado de la igualdad civil y política, no se haya extendido hasta nosotras.

No pretendo, como las socialistas francesas, que seamos asociadas a la administración gubernativa que se nos dé el derecho de concurrir a la elección de funcionarios públicos, ni que nos declaren hábiles para obtener los destinos de la patria. No me avanzo hasta ese punto, aunque, en verdad, no veo que hay un motivo ostensible y justo para que, en el siglo de la luz y de la razón, se sostenga principios y costumbres que nacieron en los tiempos más oscuros de la ignorancia y de la barbarie; aunque no hallo razón suficiente para que se dé a los varones el privilegio exclusivo de optar por los empleos, y de gobernar a los dos sexos; aunque podría esperarse, tal vez, que sería mejor la suerte del género humano dependiendo de la mujer que dependiendo de los hombres, de los que tenemos experiencia que han trastornado y desfigurado el mundo moral, de tal manera que ya no es aquel el Criador destinado para la razón humana.
Villars, R. (2001)

Biografía

REYES, José Trinidad. (1797-1955)
Argueta, M.(1993)
Dramaturgo, poeta y educador. Se le considera el primer poeta hondureño. Por ello, a la primera generación de poetas hondureños, se le conoce con su nombre de Generación del Padre Reyes. Realizó estudios de bachillerato en Filosofía, Teología y Derecho Canónigo, en León, Nicaragua. En 1828, decide seguir la carrera eclesiástica. Su retorno a Honduras se produce en 1828. En 1846 fundó en Tegucigalpa la Sociedad del Genio Emprendedor y del Buen Gusto, que más tarde se convertiría en la Universidad Nacional. Su obra principal son las llamadas Pastorelas, en las cuales se resalta la vida de los pastores, con francos matices místicos-religiosos. Se supone que el Padre Reyes escribió más de 16 pastorelas, pero basta la fecha sólo se conoce 9 de ellas, gracias a la labor bibliográfica de Don Rómulo E. Durón, quien las compiló y público en 1905 en la Revista del Archivo y Biblioteca Nacionales. Las pastorelas conocidas hasta hoy son: Nohemí, Micol, Nectalia, Zelfa, Revenía, Eliza, Albano y Olimpia. Son obras en verso para el teatro y se representaron en Centro América durante todo el siglo XIX y a comienzos del presente. 


Al derecho de las mujeres a recibir educación

José Trinidad Reyes
Al derecho de las  mujeres a recibir educación
La vida de José trinidad reyes la definió desde su infancia una vocación extraordinaria por la educación;  primero para la suya propia, primero para la suya propia, y luego para la de su pueblo. En Nicaragua se ordeno como sacerdote en 1822, y posteriormente se traslado a Guatemala, donde se dedico al cumplimiento de sus tareas religiosas y al cultivo de las artes y las ciencias. En 1828 regresó a Honduras, después de haber obtenido de su orden religiosa un permiso de tres años. Sin embargo, el secreto de extinción de los establecimientos monásticos omitido en Guatemala, en 1829, lo dejo secularizado, por lo que se quedo para siempre en su país nativo, en donde se dedico, hasta el momento de su muerte, a la labor religiosa y al desarrollo de su vocación educadora. Durante veinticuatro años fue coadjutor del párroco de Tegucigalpa. En el desempeño de esta labor se dedico a la restauración de templos religiosos y destino todo su tiempo libre a hacer labor educadora y cultural. Promovió la difusión del teatro a través de la producción de las famosas pastorelas pequeñas representaciones sobre temas religiosos, e introdujo el primer piano del país. Desde 1845 gran parte de su labor cultural la desarrollo como rector de la academia literaria de Tegucigalpa. Fue enemigo del fanatismo religioso, y amante de las ciencias porque creyó que estas `` contribuyen sobre manera, ha hacer felices a los hombres y a los pueblos``.
Este reclamo lo utiliza el autor en una sociedad en donde, incluso, las mismas mujeres veían su exclusión de la educación como algo natural. De ahí que el texto revela, desde el comienzo, una acción denunciativa, aislada o individual:

Yo débil mujer, me atrevo a levantar la voz
Reclamo los derecho de mi sexo, en me-
dio de un pueblo que apenas lo conoce[1]
(2008) Paradigma



[1] José trinidad reyes, Ideas de Sofía Seyers en revista de la universidad, tomo VII, No. 2, 15 de febrero de 1915, pp. 113-116